Verapaz y Zacatula

Census Number
6
Date
1572
Year
1572
Book: Start
199
Book: VOLUME
1
Recipient Place: Lat/Long Simplified
40.352, 4.0852
Recipient
Recipient Place
Place: PROVINCE
Place: Region
Place: State/Town

15.597962, -90.234371

Raw 1: Province
El primer pueblo de la provincia de la Verapaz, que se dice Santa María de Tactic, dijeron asi los frailes y el prior que había sido del monasterio de la cabecera, donde está, el convento que se dice Cobán, que hay seis leguas desde el dicho pueblo de Tactic y que, a cinco y a seis semanas, los iban a visitar los frailes. Sin embargo, los indios estaban faltos de doctrina y de administración de los sacramentos, y especialmente de confesión, y lo mismo ocurría en otros pueblos antes de llegar a la provincia. Vinieron al dicho pueblo cinco frailes; pero fuéronse los unos, y los que quedaron no eran lenguas, según consta en la relación que dieron, y con mucha persuasión de los frailes que allí fueron, y de otros. En cuanto a no poder pagar los indios sino poco tributo, ni aun lo que pagaban, que eran cuatro reales, y media fanega de maíz y una gallina, y que el maíz valía a dos reales y la gallina medio real, halló ser todo lo contrario, y por vista de ojos y averiguaciones bastantes. Encargó a los frailes que, fuesen a las casas de los enfermos que estuviesen más fatigados a los confesar, pero responden que no son obligados. Vio el doctor ser gran inconveniente para los indios enfermos llevarlos al monasterio o a la iglesia a que confiesen, por estar algunos apartados, y removerlos y llevarlos con cualquiera tiempo que hace. Y, si van después de las diez, hasta las dos o las tres no los confiesan ni las hablan a los frailes. Y, entre las dos y las tres, tañen a campana para que entiendan que, desde aquella hora, pueden ir y antes no. Tenían los indios costumbre que, estando los indios en peligro de muerte, a su parecer los ponían en la cama boca abajo, y los cubrían con la ropa todos hasta que morían. Envió hombres que llevaba el doctor a que le viesen si era cierto, y hallóse ser así. Son los indios, de su natural, de poco ánimo y dejativos, y en quitándoseles la gana del comer, o sintiéndose algo fatigados dicen que su corazón les dice que no han menester de comer y que se quieren morir y a los que se remedian con algún beneficio, viven muchos. Procuró el doctor que los visitasen los frailes para quitar aquel error y les hiciesen dar algún beneficio, porque maíz y aves tienen todos en mucha abundancia, y que les visitasen y confesasen; pero no vinieron en ello ni en ir a ayudarles a bien morir. Dio relación el indio que enseña a los cantores y el que tiene cáigo de recogerlos a la doctrina que, de dos a dos meses, iba el fraile a visitarlos, y morían sin confesión algunos. Y algunos vio el doctor, estando presente, morir sin confesión. Han echado muchas derramas los frailes. Tiene noventa y tres tributarios aquel pueblo de Tactic, y sin embargo echó una derrama un fraile de mil trescientos y tantos tostones. No conocían en aquel pueblo qué cosa era ni quién era el rey, ni entendían qué quería decir “el rey”. Y decían que las varas qué traían de justicia, el fraile se las daba y por el fraile las traían. Quitóselas el doctor, e hízolos juntar en la casa de la comunidad y dioles un libro blanco, y enseñóles cómo habían de elegir alcaldes y los demás oficiales, y asentarlo en aquel libro, y todo en nombre del rey, que era señor de todo el mundo. Quitó las varas a los fiscales que se las habían dado los frailes, y comunicó con ellos cuáles, en conciencia, les parecía lo harían mejor. Y dioles a éstos el cargo y varas en nombre de su majestád, y que no hubiese cárcel alguna más de la pública seglar. Dicen algunos indios de aquella provincia que no se quieren arraigar en bienes raíces porque no les acrecienten el tributo, y saben quien se lo aconseja así. Decían algunos frailes que el oidor presto se iría, y él había de quedar y los castigaría muy rigurosamente. Y así, no daban cosa alguna de lo necesario, hasta que los frailes lo mandaban. Pagábaseles todo lo que daban delante de los frailes y del ilustrísimo. Y de aquellas amenazas que les hacían, resultaban inconvenientes. Daban ocasiones, por palabras y por cartas, para que el doctor se desmandase. Fue informado el doctor que los frailes les decían a los indios lo que habían de decir y responder, y que escondiesen los hiedes que tenían, porque el oidor entraba en todas las casas, y vería cómo eran éstas. Ayudábanles los frailes, y hacían las peticiones a los indios para contradecir, procurando que no tributasen. Echaron una derrama, poco antes que fuese el oidor en el pueblo que se dice San Pedro y Santiago, de muchos tostones, los cuales hicieron emplear en algodón, y que cada india casada hiciese y tejiese una manta buena. Y las que querían comprar, se la compraban. En otros muchos pueblos de aquella provincia, se echaba derrama, a cada india e indio casado una manta, y la entregan a los frailes, y lo que cogen de las sementeras y de las comunidades. Consta por las cuentas que se tomaron a las comunidades, y por averiguaciones, que hacían otras sementeras y acudían con ellas a quien los frailes mandaban. Quitóse todo, y otras muchas vejaciones, a pesar de lo cual harán lo que los frailes les mandaren, según se tiene entendido. Averiguóse pasar seis y ocho meses sin visitar algunos pueblos, de lo cual resultan muchos inconvenientes. Requirió el oidor al obispo de la Verapaz que pusiese doctrina bastante y administración de sacramentos en catorce pueblos que había falta, en nombre de su majestad. Sintiólo mucho. Tratóle mal de palabras el oidor, porque fue inconveniente sufrirle. Para acabar los negocios a que iba, fue la tasación que cada tributario entero pague de tributo una manta cada año, y media fanega de maíz, que vale un real, y una gallina, que vale medio. El largor y anchor de las mantas, cuatro varas en largo y tres cuartas al ancho, que es lo que comúnmente se usa en la Nueva España. Y tiene el doctor, por experiencia, ser sin vejación de las indias que las tejen. Y, para justificar esta tasación, tiene la parte de la Real Hacienda muchas probanzas de riqueza que hay en aquella provincia de mucha plumería rica, y que de todas partes de la Nueva España, de las Mixtecas y Chiapa y provincia de Guatemala, van por ello a comprarlo. Tiene mucho copal, que es sahumerio preciado y oloroso. Y, para la plumería y copal, tienen montañas y términos vedados a manera de hatos, en que no puede entrar otro alguno, si no es el primogénito que sucede en aquel mayorazgo. En lo demás, baldío, hay abundancia. Tienen mucha miel y cera, mucho maíz en abundancia, muchos montes de árboles de liquidámbar, muchos ríos y mucha caza, tinturas de todos colores, que parecen tan buenas como las de España, con que hacen vestidos de color. Son de hojas de ciertos árboles, que tienen en cantidad, Tienen gran abundancia de algodón fino. Y porque es lo más que en aquélla hay y de menos vejación para los indios, y por conser var las contrataciones entre todos ellos y más provecho para el tributo de su majestad, se tasaron ansí én mantas, y por otras muchas causas que cumplidamente están averiguadas en la visita que se hizo. Tienen todos los pueblos estancias de vacas y yeguas. Es la tierra tan fértil, que nunca se agosta y siempre están los árboles verdes sin caérseles la hoja. Llueve continuamente con mansedumbre. El sol dura poco. La mayor parte de aquella provincia de la Verapaz es tierra sana y bien proveída, aunque es húmeda. Los pueble que están al cabo de la provincia y junto al Golfo Dulce, que se causa de los muchos ríos que salen de aquella provincia, son enfermos. Hay pocos indios. El que más indios tiene, son veinte y ocho. Otras muchas averiguaciones se hicieron, que constan por escrito. Quedaron los indios reservados de todos los trabajos y vejaciones que tenían, y que de buena voluntad pagarán el tributo, amparándolos en la libertad que quedaron. Aunque los frailes procuran lo contrario, consta de que su posibilidad de más de lo dicho, por las cuentas de las comunidades y los edificios de iglesias y monasterios que han hecho, y ornamentos y aderezos. De lo cual se hizo averiguación, así a pedimento del fiscal como de oficio, que fueron más importantes. Y lo demás, que por escrito se averiguó. En todas las casas entró el oidor, porque escondían indios, y para ver lo que tenían y la calidad de las casas, que son buenas. Hay, en toda la provincia, dos mil cuatrocientos cuarenta y cinco tributarios, sin los pocos que hay cerca del Golfo Dulce y Puerto de Caballos. Había, los años pasados, once mil; pero han sido muchos los trabajos que han tenido en edificios y ornamentos, y aderezos y campanas. Quedó proveído que ninguna cosa gasten ni hagan sin licencia del presidente. Mateo Arévalo Sedeño (rúbrica).