Tiripitio

Census Number
35
Date
1580
Year
1580
Book: Start
338
Book: VOLUME
9
Recipient Place: Lat/Long Simplified
40.352, 4.0852
Recipient
Recipient Place
Languages
Place: PROVINCE
Place: Region
Place: State/Town

19.548152, -101.343739

Raw 13: Location Name and Local Language Origins
Haciendo principio desde el capítulo trece de la Instruc­ción, se dice, por cosa cierta y sin duda, que el nombre deste pueblo de Tiripitio es así llamado, por haberlo fundado un capitán que, al mismo efecto, envió el príncipe desta provincia de Mechoacan, que en ella se comprende toda la lengua llamada tarasca. Todos estos príncipes de Mechoacan se llamaban irecha. Este nombre, irecha, es como decir “rey”; no embargante que cada rey tenía su nombre particular, porque uno se llamaba Zenzincha Irecha y, otro, Chuangua Irecha: como decir don Carlos rey, don Felipe rey. Este capitán arriba dicho, que vino a fundar este pueblo, se llamaba Tiripitio. Este nombre, Tiripitio, tiene dos significaciones: la una quiere decir “hombre dorado”, u “hombre atiriciado”. Éste fundó este pueblo, algo desviado de donde ahora está cuájnjto dos tiros de arcabuz, y, después que los españoles entraron en esta tierra, se pasó a donde ahora está. Y, por ser casi en el propio asiento, se quedó con el propio nombre de Tiripitio. El que lo asentó o mudó a donde ahora está se decía don Juan, que ya era cristiano. Este don Juan gobernaba éste pueblo por el rey de Mechoacan, a la sazón que entraron los españoles a conquis­ tar esta tierra. Y, oyendo la doctrina cristiana, se bautizó, y, bautizado, mudó este pueblo como dicho es; de manera que, el nuevo pueblo y nueva creencia, todo fue a un tiempo. La lengua que hablan estos naturales se llama, en su vulgar, tzintzuntza nabu vandaua; nosotros le llamamos lengua tarasca. Llamábanle los naturales tzintzuntza ñauo vandaua, porque su rey de Mechoacan tenía su asiento y cabecera en un pueblo desta provincia, que se dice Tzintzontza.
Raw 14: Local Hierarchy and Customs
Los deste pueblo de Tiripitio, desde su principio, fueron sujetos al rey de Mechoacan, al que ellos decía irecha, como ya queda dicho. Lo que le tributaban era gallipavos y gallinas (de las suyas), y leña y servicio de hombres y mujeres, y soldados para las guerras que tenía con los mexicanos y maialtzingos, que son los dei valle de Toluca. Y estos servicios de leña, y hombres y mujeres que también Ies daban, sin los soldados dichos, enviaba el rey a los cúes de sus sacrificios, para sus dioses; la leña, era para el fuego, que siempre estaba encendido en estos sus altares. Porque, lo que a nosotros es templo y altar, es a ellos cuy, salvo que su cuy es alto y grande y a manera de pirámide. Las gallinas, y hombres y mujeres, eran: las aves eran para que comiesen los ministros de los ídolos y sacrificios, que eran muchos; los hombres y mujeres, para qiie les sirviesen. A quien adoraban era a ciertos ídolos de palo y de piedra con la figura del Demonio, feos, espantables, y estos ídolos se llama­ bantareys. No tenían cuenta con otra criatura, como es sol, luna y estrellas, porque el Demonio se lo ejnseñaba ansí; porque les hablaba de la manera siguiente: revestíase el Demonio en uno de los indios que estaban dedicados para los templos, como nuesíros sacerdotes, y aquél, a voces, como predicador, puesto en lo alto del cuy, hablaba al pueblo y predicaba al tono y propiamente como nuestros predicadores. Lo que les decía era que le sacrificasen sangre los qué eran naturales deste pueblo, y que, para ello, se horadasen las lenguas y las orejas, y que, a los que cautivaban en las guerras, que los abriesen por las costillas del lado izquierdo, y les sacasen el corazón y se le ofreciesen. Esto predicaría este inaldito en todos los pueblos y provincias, porque los mexicanos sacri­ ficasen a los tarascos, y los tarascos a los mexicanos, y ansí los de otras naciones por esta orden; de manera que, mataba él más con sus sermones, que las saetas, ni macanas ni hondas ni dardos. Man­daba que, la sangre que se sacasen los naturales deste pueblo de las orejas y lenguas, untasen con ella aquellos ídolos que presentes estaban, porque eran su retrato. Y bien parecía, porque, según éstos dicen, eran feos, horribles, y muy hediondos por la sangre humana que cada día les ponían. El nombre de los sacerdotes, si así se puede llamar, era curich, y su figura o su traje era como está este ministro del diablo. Tenía corona, y el cabello le llegaba hasta la punta de la nalga. Obede­cían cuanto les predicaba y lo ponían por la obra, porque, demás de lo que les predicaba, que era dicho con terrible espanto, y que les causaba grandísimo horror y miedo, su rey les tenía apercibido y man dado que oyesen a los sacerdotes de su dios Tucu pacha, porque, cuando les hablaba y predicaba, estaba dentro dellos su dios, que, como digo, llama ban Tucupacha. Y, con este mandado, y con el es­ panto que les ponía el predicador, les hacía hacer aún más de lo que les predicaba; pero no porque lo hiciesen de bueña gana, antes les era odioso y grimoso oírlo predicar; porque entendían que aquella habla no era de hombre humano ni, las palabras que les decía, no eran conforme a como después les habla­ ba, y, ansí, le aborrecían y les era odioso. Y, porque vaya más claro lo deste su dios Tucupacha, digo que a éste tenían por dios univer­ sal y que era hacedor de todas las cosas, y que él daba la vida y la muerte, y que él daba los temporales. Y a éste llamaban en sus necesidades y tribulaciones y, cuando esto hacían, miraban hacia el cielo, entendiendo que allí estaba.
Raw 16: Geography of Location and Local Names for Geography
Este pueblo de Tiripitio está sentado en una loma que corre de oriente a poniente, y, ansí, las calles y casas van a la larga por el propio rumbo; de manera que, desde las primeras casas que están al oriente, hasta las postreras que están al occidente, hay más de mil pasos tolomeos. Algunas casas caen en el llano, abajo de la loma, hasta llegar a una ciénega, que empieza desde estas casas o calles bajas que caen en el llano. La ciénega es, de largo, legua y media, poco más o menos (también corre de oriente a poniente), y, de ancho, tiene media. Es una de las más fértiles que hay en esta tierra: andan en ella muchos bueyes, y puercos y ovejas. Corren por ella tres riachuelos pequeños, que se pasan con puentes de vigas de a veinticinco pies comunes, y, así, son las puentes tres. No falta en ella, durante todo el año, yerba verde para dar pienso a caballos. En tiempo de verano, que es cuando no llueve, que en España es invierno, la yerba más común es un junco gordo: cómenlo bien los caballos y engordan con ello; en España no lo comen. Críanse en esta ciénega muchos patos bravos y ánsares, y otras aves negras que se llaman cunime: no son éstas de comer. En estos riachuelos se crían camarones, y otro pescadillo chiquito que se dice zizito. Esta loma que está dicha, donde está funda­ do y asentado este pueblo, es tan pedregosa, que, a pie y a caballo, se anda con trabajo; y están sobre la tierra tantas peñas y piedras grandes, que también parecen casas pequeñas, y, entre ellas, siem­ bran maíz y frijoles, que, como digo, son como habas, y chía; esta chía es una hortaliza como bledos. Y dase tan bien todo esto, como en las más fértiles tierras de toda la comarca, con haber muchas y buenas. Esta loma dicha está arrimada a un cerro muy grande y alto, cuyas faldas se extienden mucho, que tiene en redondo más de ocho leguas: llámase cerro de Chichimecas. Este nombre se puso por ocasión que, en otros como éste, semejantes a él, se acogen los chichimecas, que son unos salteadores que andan robando y matan­ do por los caminos de Zacatecas y Guanajuato. Y corre esta gene­ ración de salteadores más de trescientas leguas, que es desde los caminos dichos, y mucho más arriba, hasta el río de Palmas, que escerca de la Florida. Chichimeca, en esta lengua tarasca,quiere decir “hombre alzado” o “asombrado”, y así lo andan ellos siempre: alzados y asombrados. En lengua mexicana, este nombre, chichimecatl, quiere decir “soga de perro”. Hay otro cerro, frontero deste dicho, que cae al sur, algo incli­ nado hacia el occidente, más alto y mayor que estotro dicho. La­ mase el cerro de la Cucha, que, en nuestra lengua castellana, cucha quiere decir “señora”; y, ansí, se dice el cerro de la Señora. Ambos, y a dos, crían muchos árboles, así como pinos, cedros, robles, encinas y madroños, y otros árboles que después se dirá en su lugar. Dentro deste pueblo, en el patio del monasterio, hay muchos álamos blan­ cos; y son tantos los que nacen, que, si no los rozasen, se haría una montaña dellos, porque se dan como yerba y crecen en breve tiem po. Esto he visto yo muy bien. Éstos, antiguos y modernos, cuentan una cosa que es digna de saber. Y, porque la certifican por cosa notoria y que los cuatro des­ tos viejos lo dicen como testigos de vista, y porque todos concuer dan en que es verdad, la contaré; y porque el Demonio suele hacer estas obras, y otras peores y de mayores embustes. Y es lo siguiente: Dicen estos viejos, antiguos y modernos, que, desjde el tiem po de su gentilidad y desde el tiempo del capitán Tiripitio, hasta que entraron en esta tierra los frailes, y muchos días después, en el cerro arriba nombrado de los Chichimecas, andaba un hombre feo, amarillo atiriciado, y que siempre hacía su habitación en él, y bajaba y subía, de forma que lo veían. Y, ansí, se cree y se tiene porcierto que, porque se le aparecía muchas veces al capitán Tiripitio y tenía con él particular amistad, se puso el nombre confor­me a la color que tenía aquella fantasma o diablo, que era atiricia­ da; porque ya queda dicho que la significación deste nombre, Tiripitio, es como decir “cosa dorada” o “atiriciada”. Frontero deste cerro, está dicho que hay otro que se llama el de la Señora. En éste andaba una mujer muy galana a su usanza. Y, aun­ que del un cerro al otro hay casi dos leguas, este hombre visitaba cada día a esta señora y le significaba andar muy perdido por sus amores, y ella, en público, claramente se defendía y se hacía muy de rogar. Pero, no embargante esto, la señora venía al cerro de los Chichimecas, a donde habitaba el galán, a pagar las visitas que él le hacía. Y siempre la requebraba él, y ella se defendía, no queriendo conceder en sus ruegos; que, pues no había de conceder a su impor­ tunidad, cosa bien excusada era ir la dama a visitar al galán. Y como estos naturales, o los naturales de aquel tiempo, por mejor decir, veían a éstos andar siempre por los montes como huyendo y asom­brados, pusiéronle al cerro de los Chichimecas; porque así lo pare­ cías éstos, en fin, el cerro tiene este nombre, como dicho es. Vol­ viendo a mi historia al otro cerro, por ser habitación y alcázar desta señora, le pusieron así. Estos amores duraron infinitos años, porque, como está dicho, duraron,desdeel capitán Thupitio, hastael Cazónci, que fuerey postrero de Mechoacan, padre de don A ntonio, Este don A ntonio fue indio cristiano, muy entendido latino, escribano, y de muy bue­ nas partes. Vivió muchos años después que yo entré en esta tierra, y siempre gobernador en la ciudad de Pátzcuaro. Mandábales esté enamorado infernal que siempre fuese uno dellos al cerro de su habitación a hablarle y a saber cosas dél, que les con­ venía. Esto hacían éstos con mucho cuidado, porque siempre le enviaban a un principal anciano y de mucho crédito, y hablaba con él cara a cara. Y el atiriciado le decía el indio que había de vivir mucho o poco y el que había de ser rico o pobre y el que había de ser hombre sano o enfermo; el que iba a la guerra, si había de ser valiente o cobarde, y el que había de tener muchas mujeres o pocas. Y, en acabando esto, le decía: —“Dile a fulano que, para vivir sano, haga este remedio; y, á fulano, que use de tal medicina; y, a fulano, que ha de ir a la guerra, que tome esto.” En fin, a cada uno daba el remedio que le convenía. Y como hacía y decía esto, y se hallaban bien con ello, adorábanlo y servíanlo como a dios, y temían de lo enojar. Los amores destos muy lujuriosos duró todo el tiempo atrás dicho. Que no me maravillo poco yo de que, siendo la misma lujuria entrambos, se mostrase la señora tan casta; pues, por otra parte, predicaban que tuviese cada uno cuantas mujeres quisiese para que hartasen su insaciable apetito. Y no tan solamente les acon­ sejaba e inducía a que cometiesen pecados con sus hermanas y madres, pero aun nefandos y abominables. Bellaquerías son de las que él debía de entender el fin a que las hacía, que no debía de ser bueno, pues entrambos eran (y son) los alcahuetes de toda lujuria y suciedad. Dicen éstos que, después de predicado el santo evangelio y que estaban muchos bautizados, no se les aparecía tanto este embaidor; pero que todavía, a escondidas, se aparecía a los que no estaban bautizados, y éstos daban noticia dello a los demás, y los demás a los religiosos; los cuales les amonestaban y predicaban que se bauti­ zasen, porque aquél era el Demonio. Y ansí lo hacían, y no les apa­ recían más a estos que se bautizaban, sino a otros que no lo estaban, hasta que de todo punto se bautizaron todos. Y, entonces cesó, que nunca más lo vieron a él ni a ella. Allá estarán aún, donde no le habrá la señora su amor concedido, pues entre ellos no lo hay. Y, ansí, estos cerros retienen hoy en día el nombre, el uno, de los Chichimecas y, el otro, de la Señora. Ya he dicho el asiento deste pueblo y cómo, por delante, tiene una muy grande ciénega, con tres riachuelos que corren de sur a norte; aunque, desde su nacimiento dél, uno dellos sale de un pueblo sujeto a éste de Tiripitio que está derechamente al sur, y viene hasta casi este pueblo, y después corre una legua la vía de donde sale el sol, hasta un pueblo de indios que se dice Santiago Necotlan, en que, antes dél, se junta con otro que sale de hacia otro pueblo chico, sujeto deste de Tiripitio también, que se dice Chiquaquaro. Allí donde se junta, se toma agua para un molino que es de lo s fra ile s deste pueblo, y, dejándose caer por unas peñas, tornan entrambos con los tres que pasan por junto a este pueblo, que todos se juntan antes de allegar al dicho molino: que, pasando dél, ya todos los cinco riachuelos es uno. Corren hacia el norte, y corre hasta pasar por la ciudad de Guayangareo Valladolid. Bien cerca de allí, pasa inclinándose hacia donde sale el sol, unas veces torciéndose y, otras veces, enderezándose. Otro rio de los tres, que pasa por junto a este pueblo, se llama Indaychao; llámase así, porque se aparecía en este río un Demonio que se llamaba así y que tenía este nombre, y que, cuando Ies hablaba, les amonestaba que ansí llamasen a este río, de su nombre, para su memoria y que se acordasen dél. Esto es lo que hay acerca deste capítulo.
Raw 17: Health of Land
No embargante que en el capítulo pasado está dicho el asiento deste pueblo, digo que, fuera de la ciénega de que se ha hecho mención, hay un llano encima della, muy grande, que corre por el mismo rumbo della, ciñéndola; aunque dura más. En este llano hay sementeras de indios: hay lugar para hacer su Majestad merced a españoles de caballerías para labranzas, porque se pueden sacar, de los riachuelos dichos, muchas acequias para regadíos, y algunas hay sacadas. Hay, a la redonda deste llano y deste pueblo, muchos mon­ tes y llanos y quebradas, arroyos, fuentes; que no se pueden contar ni pintar los montes: son tantos y tan espesos, que jamás se pueden acabar, ni aun hacer mella en ellos, por ser cosa infinita. Tiene este pueblo, de jurisdicción, de oriente a poniente y de norte a sur, por cada parte, más de ocho leguas de las más fértiles tierras y montes que hay en la Nueva España; tales, que, si los españoles se contentasen con lo que se contentan los pueblos de Castilla la Vieja, y aun de toda España, y asentasen sus pensamientos, no habría gente más harta ni contenta en el mundo, ni a la que más cosas le abun­ dasen para pasar la vida honestamente. Porque, donde hay tanta tierra, y buena, y tantos montes y tan cerca, donde tantas maderas se sacan y aprovechamientos; tantos ríos para regadíos para molí nos; tantas aguas dulces; tantos árboles frutales, de Castilla y de la tierra, como adelante se dirá; tales ciénegas y ejidos para sus gana­ dos; tanta caza, así de monte como de aves; tan buen temple y aires, que ni calor ni frío da pesadumbre, qué se puede decir, sino que fuera la gente más harta, rica y contenta del mundo. Pero la codicia de las minas y de enriquecer por volverse a España, y el no tener asiento, les hace morir en la demanda y andar pobres e inquie­ tos, esperando que, si no este año, sino es otro, tendrán con qué se ir a España; y, desta manera, no tienen asiento en cosa. Y lo peor es que, los más, que se van ricos, vuelven más pobres que vinieron la primera vez que entraron en esta tierra, y siempre con la misma inquietud. No digo más en esto, porque no me digan que no es esto lo que me preguntan. Este pueblo, y sus sujetos, ha sido y es tierra sana, y no ha habido enfermedades más que las dichas en esotros capítulos, que son las pestilencias generales. Las que hay de cuando en cuando, son calenturas, o tabardete; éstas se curaban ellos con sangrías que se daban en las frentes, y con yerbas y raíces que les daban algunas vie­ jas que servían de médicos. Ahora se curan como nosotros, sangrán­ dose de la vena del arca, y de todo el cuerpo; échanse ventosas y jeringas; púrganse con la raíz que dicen “de Mechoacan”, y sanan los más: fuera desta general pestilencia, que, en ella, pocos han escapado. También, se ha de entender que esta pestilencia no da ni se pega a los españoles, así en este pueblo como en todos los demás de la Nueva España. Dios sabe la causa por que no. Concluyo con que este pueblo y su jurisdicción es tierra sanísima; por maravilla ha habido enfermedades. Y, ansí, en esta comarca, donde están las ciudades de Pátzcuaro y Guayangareo, en cuyo medio está este puebIo, jamás tienen médicos, ni aun boticario, si no es uno que ahora vino a Guayangareo Valladolid, porque se pasó la silla obispal, y se juntaron los prebendados y muchos vecinos de Pátzcuaro. Y, con todo esto, se irá presto, porque no tiene que hacer y no vende nada. Esto hay deste capítulo.
Raw 18: Proximity to Mountain Ranges
Ya está dicho cómo hay dos sierras cerca deste pueblo, y sus nombres, las que los tienen; porque, aunque hay otras desvia­ das, éstos no les dan nombres. Hay muchos montes y cerros, como esta dicho; dellos, unos están a media legua y, otros, a legua. En esto no hay más que decir.
Raw 19: Rivers
También está dicho cómo hay tres riachuelos, y lo que hay en ellos y cómo pasan como a cien pasos deste pueblo, y el segundo a otros ciento deste primero; el tercero, a casi media legua, desde las postreras casas deste pueblo. También he dicho que podría haber grandes regadíos, y que hay algunos, porque se sacaría el agua con facilidad, por ir los ríos descubiertos y ser llanas las riberas. Ninguna dificultad hay en esto, sino en hacer las ace­quias; porque, sacar el agua, en un día se sacaría. Esto es lo que hay que decir en este capítulo.
Raw 21: Notable Geographic Features
En este veintiún capítulo no hay qué decir, porque, ni hay en esta jurisdicción volcán ni gruta, ni cosa que cause admiración, más de ser, como está dicho, pueblo y jurisdicción de grandes tie­ rras, fértiles y muchas, y de grandes montes de maderas, muchas aguas y pastos. Y esto hay en abundancia.
Raw 22: Wild Trees
Casi está dicho lo deste capítulo veintidós, pero haráse más particular relación de lo en él contenido. Los árboles que hay en esta jurisdicción, son grandísimos piñales y cedros, y árboles que se llaman oyam el, que es el más alto y más grueso que hay en todas las Indias', este árbol lo hay en las más partes desta Nueva España. Hácense deste árbol tablas y taxam aniles, que son unas tablas de nueve pies de largo y un palmo de ancho. Sácanse estos taxamaniles deste árbol con mucha facilidad, porque, derribado el árbol, y hecho trozos del tamaño que han de ser las djchas tablas y taxamaniles, a dos golpes de hacha sale de largo a largo; sácanse, de un árbol, diez y quince carretadas de taxamaniles, y más. Es buena granjeria en todas las Indias desta Nueva España, porque entablan con ellas los terrados y sobrados, téchanse casas e ingenios de minas, y, en provincias, hay lugares en que no se cubren las casas con otra cosa,en lugar de teja. Son estos árboles tan altos, que, en algunos dellos, tiene harto una ballesta en llegar a la punta del árbol, tirando con una lanceta, que son los tiros de acá; y tan gordos, que a muchos dellos no los pueden abrazar tres hombres asidos de las manos. Hay enci­nas, robles y madroños. De los robles y encinas, se hacen en este pueblo muchas carretas y arados, y otras cosas; de los pinos, mucha tablazón para casas, puertas, cajas, y escritorios y escribanías y mesas y artesas. Que de todo se hace mucha cantidad, por haber aquí muy buenos y pulidos carpinteros indios, y muy primos; y, todo lo dicho, se da a pintar a pintores, que hay en este pueblo los más pulidos y curiosos que hay en esta Nueva España para este efecto; que se pueden dar y presentar, los escritorios y escribanías, a cualquier príncipe. Asimismo, éstos pintan y doran cualquiera imagen muy bien. Los árboles frutales que tienen suyos, que decimos “de la tierra”, son aguacates, que es una fruta como calabazuelas chicas: dellos son verdes, y dellos son negros; es buena comida, mantecosa, y su calidad caliente; casi su sabor es como de nueces. Tienen un árbol que se dice capole, cuya fruta es como cerezas de Castilla, muy buenas y sanas, que, aunque dellas se harten, no causan enfermedad; hay muchas parras montesas, y digo montesas, porque se cría en esos montes y campos: ni en su gentilidad, ni ahora, nunca las han beneficiado, ni aun comían las uvas que daban; hay muchas. Y, aunque se puede hacer vinagre, no se puede hacer vino, porque, aun el vinagre, si no se sabe hacer, es áspero. La hoja, el pámpano, no es tan grande como la de España, ni tiene aquellas entradas; el sarmiento y la uva son perfectos, pero, como no se labra, no es tan dulce, antes son ásperas de comer. No hay para qué hacer caso dellas, pues se dan también los vidueños de España. Hay muchos árboles de España en este pueblo y sus sujetos, porque hay naranjos, limas, perales, duraznos y melocotones, mem­ brillos y granadas, brevas, higos, y, de todo, mucho y muy bueno. Hortalizas, se dan en este pueblo tantas y tan buenas, que no las pongo por sus nombres por evitar prolijidad. Basta decir que se dan cuantas legumbres hay en España. Sólo un árbol no he visto en este pueblo, ni en toda la Nueva España, que es el azofeifo, con estar cierto que se daría tan bien acá como en España. No sé qué sea la causa.
Raw 23: Domestic Trees
Lo que se puede decir en este capítulo, va dicho en el de arriba, y a él me remito.
Raw 24: Grains
Los granos que hay en este pueblo y jurisdicción, de la tierra, son maíz, frijoles, chile, chía; desta chía hacen brebajes los indios, y lo beben por ser bebida que los refresca. También sacan aceite desta simiente, que casi es como linaza menuda.
Raw 25: Food Crops from Spain
Las semillas que hay de España son trigo, y muy lindo, cebada (aunque se les da poco por ella), habas (y cogen muchas, por­ que las comen mejor que sus frijoles), y garbanzos. Todo lo dicho se da tan bien como en la mejor tierra de España. No se da vino ni aceite, porque no se dan a ello. Seda se hacía mucha en los sujetos, porque hay muchos morales y la tierra es de muy buen temple para criarla. Hanla dejado, por las muertes de tantos como murieron en esta pestilencia. Grana no la hay, porque a éstos desta provincia no se les da nada por criarla; aunque se daría mucha, porque yo he visto árboles della, todo cuajado, y les he persuadido a que se den a ella y que serán ricos. No hacen caso dello, y aunque se les predica en los púlpitos. Y esto, de flojos, porque, por no trabajar, se dejan morir de hambre; porque dicen que desta pestilencia no ha de que­ dar ninguno, y que no quieren dejar a los españoles cosa que gocen, pues ellos no lo han de gozar. Y esto dicen después desta pes­ tilencia. Y, si les dan a hacer una obra el día de hoy, rehúsan de tomar el dinero, diciendo que se han de morir antes que la acaben; y, aunque se les reprehende, no hay quien les quite esta ima­ginación.
Raw 26: Medicines
No hay en este pueblo, ni en su jurisdicción, árbol aromá­ tico ni yerba; pero, en esta región y provincia de Mechoacan, hay muchas yerbas y árboles de medicina, las cuales escribió, vido y experimentó y llevó pintadas, e l frotom édico que estuvo en esta tierra, que habrá tres años que se fue a España, y trató largamente de las cualidades dellas. Todavía hay en este pueblo una yerba que, en su lengua tarasca, se llama chuhpirehtzi, con que se pur­gan con la raíz della para todas sus enfermedades, y se hallan bien con ella; no sé qué yerba sea de Castilla, porque no la conozco. Hay otra que, en la propia lengua, se dice culiqua: ésta mata, si la come cualquier género de animal, de cualquiera calidad que sea. Hay otra que se dice apahtzi, muy buena para la sarna. Ninguna destas yerbas sé que la haya en España, ni cómo se llama. De la manera que se curan la sarna con esta yerba postrera, es la siguiente: toman la raíz della y muélenla, y, hecha harina, échanla en agua, haciendo una talvina o poleadas, y bébenlo y úntanse con la propia talvina todo el cuerpo, y sanan con ello. También siembran los deste pueblo Piciete, y los de su jurisdicción: a esta yerba llaman los médicos tabaco; la virtud y propiedad que tiene está escrita en muchos libros. De lo que sirve a estos naturales es, que la muelen y se la ponen en la boca, en uno de los carrillos, y tráensela allí todo el día y amortigúales las carnes; y trabajan, y dicen que no sienten cansancio. Y parece que dicen verdad, porque, cuando no lo traen, trabajan poco y se quejan mucho; se lo ponen en la boca, cuando tienen un dolor grande. También sé yo que es bueno para mordedu­ ras de víboras, untando la picadura, y toda la redonda y miembro donde picare. Esto es lo que hay en este capítulo.
Raw 27: Animals
Los animales silvestres y bravos que hay en la jurisdicción, son leones pardos y tigres, y unos gatos tan grandes como perros perdigueros, que parecen pequeños tigres, cuyos pellejos són muy pintados y blandos, de que se aforran muy buenas y muy galanas ropas. Llámanles, en su lengua, bapos. Hay lobos y adives, que por otro nombre se llaman coyotes, que ni son lobos ni zorras: son menores que lobos, y mayores que zorras; pero el efecto y daño que hacen es de entrambas especies, porque ellos matan ovejas y gallinas, cabras y cochino chico, si lo hallan desmandado. Son muy dañosos, por ser muchos y astutos, y no ponen diligencia para matarlos. Hay, en este pueblo y jurisdicción, muchas ardillas: éstas andan entre las casas. Son tan grandes como conejos pardos; tienen las colas mayores que los cuerpos, que no parecen sino unas grandes borlas. Son tantas y tan dañosas, que las doy a la maldición; porque destruyen los graneros de trigo y de maíz; horadan las casas, y las contaminan y escarban, qüe no parece sino que han entrado en el granero una manada de puercos, por lo que hay que adobar cada día. Y lo peor es que, no tan solamente se hartan, después de haber horadado una casa y cimientos, pero hurtan más que comen; porque no hacen sino echar viajes a sus cuevas, llevando los papos llenos, que, en una hora, despacio, echan cien viajes cada una. Y no hay remedio para matarlas, porque gatos no les acometen. Hay otro género de animalejos, casi deste tamaño y hechura, salvo que són prietos y rabicanos. Éste es el más sucio y hediondo animal de cuantos hay en el mundo. Sus armas y defensa, cuando se ven en aprieto, es la orina. Y, si algún ignorante se le llega, que rio conoce su propiedad, como son los recién venidos de España, y le alcanza la orina, toda cuanta ropa trae en el cuerpo no es de provecho. Y el aposento donde se orina, en un mes, ni en cuarenta días, se puede habitar, y se ha de hacer, para esto, grandes reme­ dios de sahumerios de paja, y otros sahumarios de incienso y copal y pastillas, y otros que hay en esta tierra. Causa este hedor grandí­ simos dolores de cabeza. Pocos días antes de escribir esta relación, meó un zorrillo destos un aposento nuestro, y estuvimos por cerra el aposento y despoblarlo; y, con remedios y sahumerios, se pudo tolerar al cabo de más de cuarenta días. Cuentos hay graciosos con los recién venidos de España; déjolos, porque no son para aquí. He dicho esto, para que se sepa que es el más infernal hedor de cuantos en el mundo hay, y ninguno le llega. Hay venados muchos, y conejos y liebres, esto en gran canti­dad; hay culebras, no muy grandes ni que hagan daño; hay víbo­ ras muy ponzoñosas, las culebras son de tres géneros: unas, pardas, y otras, negras y coloradas, y otras, azules; pero ninguna destas tiene ponzoña. Hay, de España, perros de todo género y gatos, porque, aunque un indio no tenga qué comer ni qué le guarde el perro, ha de tener en su casa tres o cuatro perros. En esta provincia de Mechoacan, hay unos gozques corcovadillos, y sin pescuezo, porque la cabeza les sale entre las espaldillas; en lo demás, son como nuesotros gozques. Las aves que hay en este pueblo y jurisdicción, domésticas y bra­vas, son águilas reales, gavilanes, sacres, neblíes, papagayos, cuervos y auras. Estas auras son negras, pero tan feas en pies y cabeza, y tan hediondas, que parecen demonios. Esta ave, y el animaíejo arriba dicho, hediondo, se parecen en la fealdad y hediondez. El manjar desta ave es confórme a su gesto, porque no come sino cosas muy corrompidas y podridas, como carnes de perros y gatos y bestias podridas de muchos días. Vuelan muy alto, estando hambrientas, tanto, que se pierden de vista; pero, cuando topan con una cosa podrida, envasan y engullen tanto, que no pueden volar. Huelen carne muerta de muy lejos; nunca andan sino en los mataderos. Si topan, o, por mejor decir, vienen al olor de una bestia muerta y la hallan por corromper, esperan a que se corrompa, uno y dos días, sin quitarse de par della. Sola su vista entristece. Es tan grande como un cuervo; los españoles les llamamos harpías. Hay, también, gorriones de Castilla, golondrinas (a sus tiempos), tordos; los inviernos, patos de agua, ánsares y otras aves, como ya está dicho, y otros pajaritos como terreruelas, cuyo nombre es charache. Los tordos son de tres maneras: unos son todos prietos, como los de España, y otros, prietos y, los encuentros de las alas y cabezas, amarillos; otros, también prietos y, los encuentros y cabe­ zas, colorados, que los llamamos “comendadores". Hay otro pájaro, propio como calandria: llamárnosle “rabiblanca". Hay garzas pardas y blancas como la nieve: también vienen a invernar grullas a ocho leguas deste pueblo, en un sujeto del pueblo de Zirosto que se dice Tingábalo, y en toda aquella comarca. Hay perdices de Espa­ ña; hay gallipavos y gallinas monteses, y hay muchas gallinas de Castilla. Esto es lo que hay que decir en este capítulo.
Raw 29: Precious Metals
También hay poco que decir en este capítulo, porque no hay noticia de piedra preciosa; pero hay la de cantería, y muy buena y mucha, para portadas de iglesias y casas, y, desotra piedra para labrar, harta: porque, donde quisieren labrar la casa, la hay a mano, como ya he dicho, que este pueblo está edificado sobre ella.
Raw 30: Salt
En este pueblo, ni en parte de su jurisdicción, no hay salinas ni tienen cosa de que hacer sal; pero, a tres leguas desta cabecera, hay un pueblo que se dice Iztapa en lengua mexicana y, en tarasca, Etuquaro, que, lo uno y lo otro, quiere decir “lugar dé sal". En este pueblo así llamado, se hace mucha sal, granada como la nuestra, y la más cuajan y hacen della unos cañutos de a palmo, macizos, a semejanza de los ladrillejos que hacen en España, salvo que éstos son redondos. Provéese, esta provincia toda, della. Si no es esto de la sal, lo demás tienen en abundancia y cuanto han menester para pasar la vida muy cumplidamente; por­ que, para comer ni vestir, no han menester traerlo de otras partes.
Raw 31: Architecture
Las casas en que viven son buenas y grandes, con altos y bajos a su modo. Algunas piezas hacen redondas, para sus des­ pensas: tienen cüenco bajo y alto; en lo bajo, tienen sus semillas, que sirve de granero; en lo alto, sus ca­jas y ropas. La forma es ésta que aquí va pintada. Estas piezas redondas se llaman, en su lengua tarasca, maritas. Cada casa de un vecino, tiene una, y, si son dos vecinos, tiene dos, y, si son tres, tiene tres. Por­ que, aunque todo lo demás esté justo y todos duerman en una pieza, esto que sirve de despensa ha de estar apartado, y cada uno ha de saber y guardar lo que tiene de sus cosechas y granjerias. Las demás piezas son cuadradas como las nuestras, y, lo que van labrando ahora, es a nuestro modo espa­ñol, porque en todo nos van imitando; y, ansí, labran con azadones las tierras y siegan con hoces, y labran la cantería con picos, que solían labrar con una piedra. Yo lo he visto, estar martillando con una piedra en obras de iglesias, por no tener picos, y, de verlo yo hacer con tanta prolijidad, me angustiaba; y esto se hacía en mu­ chas partes. Cortan con hachas de las nuestras y, de todos oficios, hay oficiales; y, ansí, en este pueblo, con ser ya pequeño, hay herreros, y muy pulidos, y sastres y zapateros y pintores, y carpinte­ ros y tejedores de sayal y jerga; hay buenos escribanos de letra y, cada uno destos indios, en su oficio es muy pulido y muy buen oficial, que no hacen falta los españoles. Ya he dicho que tienen piedra de cantería y desotra común; la cual traen de acarreto del pueblo que dije que se llamaba Iztapa, que también se hace allí; y, como no hay más de tres leguas, no es dificultoso. Tienen, como tengo dicho, las mejores maderas para sus techos que hay en el mundo, porque tienen muchos árboles, y cerca. Cubren los altos con paja, y pónenla por el mejor orden y más lindo primor que en ninguna parte de las que los descubri­ dores han visto. Y creo yo que, en el mundo, no hay mejor mane­ra de cubrir con paja; y esto es cosa notoria, y que todos los saben. De manera que, en este pueblo, no falta otro material, si no es la cal; y, por estar tan cerca, no lo tienen por falta, y ansí se hacen muy buenos edificios.
Raw 32: Fortresses
En este pueblo, y en su comarca, no hay cosa, fuerte ni inexpugnable, de fortaleza, si no son las sierras; que muchas dellas son muy altas, como las dos dichas: la una, de los Chichimecas, y la otra, de la Señora. Otras hay, pero ninguna dellas es para que se pueda conservar gente ni fortaleza; lo uno, porque, en tiempo de aguas, siempre está lloviendo en ellas, y lo otro, porque, en tiem­ po de frío, están llenas de nieve y en ellas no hay bastimentos sil­ vestres ni frutales de la tierra, y, además, están desviadas de los pueblos. Y, ansí, por ninguna ocasión se acogerían a ellas para for­ talecerse, ni para hacer fuerte ni fortaleza para guarda de españoles; de manera que no hay cosa, ni para temer ni para qué hacer fuerza ni fortaleza. No hay más que decir en este capítulo.
Raw 33: Farms
Los tratos y contratos que tienen los naturales, es com­ prar algodón en las comarcas de la redonda que caen en región caliente, que es donde se cría, beneficiadlo sus mujeres, cardándolo e hilándolo, y ellos compran lana, o la sacan de sus ovejuelas (por­ que algunos las tienen), y ellos la lavan y la cardan y la hilan, así en este pueblo como en toda esta provincia de Mechoacan. Y, no solamente la hilan dentro en sus casas, pero a sus puertas y por las calles, trayendo en la una mano el copo y, en la otra, el huso. Y no lo tienen por cosa vergonzosa, aunque nos reímos los españoles. De manera que las mujeres benefician el algodón, como cosa más delicada, y ellos la lana, como cosa más basta y dura; pero, lo uno y lo otro, tejen las mujeres en sus telares, aunque no son como los de España. Y con lo uno y lo otro se visten, siendo ellos también los sastres. Y, como lo demás dicho, también hacen para vender. Sacan telas destas mantas, muy galanas, y que pintan y dibujan en ellas cuanto quieren, y de cuantas colores les parecen bien; hacen cotonías y manteles alimaniscos; hacen fustán colchado, que sirve a ellos de jaquetas y jubones, y sirven de fustanes para españolas. Los manteles alimaniscos no los sacan de un ancho, sino por sus piernas, porque sus telares no sufren otra cosa; porque, la mujer que los teje, tiene atada la tela al cuerpo por la una parte y, la otra, está atada a un árbol, o a cualquiera cosa; y, desta manera, mete una vara larga (que sirve de lanzadera) con la una mano, y tómala con la otra. Y, por esta causa, la tela no puede ser muy ancha; pero juntan dos o tres piernas, cosidas sutilmente, y sirven de lo que quieren. Esto es para el beneficio del algodón, que, para lo que se beneficia de lana, son los telares como los nuestros, porque lo han tomado de nosotros. Ya he dicho que unos son zapateros y, otros, sastres y carpin­teros, pintores, herreros y cerrajeros. Y, en esto de cerrajería, hacen ventaja a los cerrajeros españoles, porque, en cerraduras y llaves, no hay más que encarecer; y hacen muchas de alatón, que es metal de candeleros y bacinicas, y tan lindas y agraciadas, y sobre todo tan claras y relumbrantes, que parecen de oro. Los que no son oficiales, unos crían puercos; otros, ovejas; otros tratan en frutas verdes, trayéndolas de acarreto, con sus caballos, de otras partes, como son plátanos, guayabas, aguacates, melones y ciruelas y otras frutas, sin las dichas desta tierra, que no digo la forma dellas, porque, las más, las hay ya en España. Los unos y los otros siembran maíz y trigo. El trigo no lo siembran como nos­ otros, sino a mano, en sus camellones, como eras de huerta, y, por esta razón, nace todo, sin perderse nada, y multiplica infinito; aun­ que toma más tierra puesto así a mano. Verdad es que, el que siembre desta manera, siembra poco, porque cada uno, como sólo siembra lo que puede beneficiar con un azadoncillo (que él rompe la tierra, y la siembra y escarda y siega y limpia), el que más siembra en este pueblo, y sus sujetos, es tres o cuatro almudes. Pero, como son muchos los sembradores, de muchos pocos se hace mucho; y acódeles muy bien esta manera de sembrar, porque, de tres almu­ des o cuatro, cogen diez o doce fanegas, y más. Amasan y venden el pan a los pasajeros que pasan por este pujebljo, que es el cami­ no más principal y real que hay en la Nueva España, porque se anda, sin torcer, desde Guatemala hasta Culiacan, que hay más de quinientas leguas de camino. El pan que les sobra, lo llevan a vender a las dos ciudades que tiene al lado: una, la de Pátzcuaro, y la otra, la de Valladolid Guayangareo. Pagan a su Majestad en reales y en maíz, porque, cada tribu­ tario casado, paga un peso y media fanega de maíz, conforme a como su Majestad los ha mandado tasar, que es harto más que moderado; porque, con dos gallinas de la tierra, lo paga, o con cua­ tro cargas de yerba, o con media fanega de maíz que vendan, y otras chucherías, pagan el tributo. Podían tributar, y sin vejación, harto más; pero su Majestad se entiende, pues se contenta con esto poco. Dormirá su Majestad sin escrúpulo, como rey cató­ lico, porque, a las veces, no alcanzan los tributos, y, para pagar los salarios de los frailes y corregidor, los paga de su bolsa. Esto es lo que hay que decir en este capítulo.
Raw 34: Diocese
Este pueblo cae en el obispado de Mechoacan. Es, al presente, obispado fray Juan de Medina Rincón, fraile agustino. Tiene su catedral en la ciudad de Valladolid Guayangareo de dos meses a esta parte, porque, desde el primer obispo Quiroga hasta éste dicho, siempre estuvo la catedral en Pátzcuaro. Y, si estuviera mejor en el dicho Pátzcuaro, o no. Dios lo sabe. Hay, desde este pueblo a cualquiera destas ciudades, cuatro leguas, poco más o menos. Es el camino derecho y llano, porque no se sube cerro gran­ de, ni sierra ni reventón. Pasa el camino, de la una ciudad a la otra, por medio deste pueblo, que la pared del monasterio sirve de su calle. La ciudad de Valladolid cae, deste pueblo, hacia donde sale el sol y, la de Pátzcuaro, hacia donde se pone. Esto baste.
Raw 35 : Churches
Este capítulo treinticinco pertenece a la ciudad de Valla­ dolidGuayangareo, por estar allí la catedral. En éste no hay aba­ día, ni beneficio ni otra cosa, más de un monasterio de frailes agus­ tinos, como diré en el capítulo que se sigue.
Raw 36: Monasteries and Convents
En este pueblo hay un monasterio de frailes agustinos. Hay cuatro frailes de misa, y a veces menos. Dales su Majestad, a cada uno, cien pesos y cincuenta fanegas de maíz. Fundó este monasterio fray Diego de Chávez, fraile de la dicha Orden, buen religioso. Fue electo obispo desta provincia de Mechoacan; murió en este pueblo, a cuatro leguas de la catedral, esperando las bulas. Y, cuando vinieron, era ya muerto, y, en su lugar, proveyó su Majestad al que ahora es, fray Juan de Medina Rincón, también fraile agustino, como dicho es, buen religioso y de muy santa opinión. Mejor para fraile, como se lo era, que para obis­po, como lo es, porque su vida es de ermitaño y su recogimiento es conforme a su nombre, en el rincón. Y, así, se está siempre en él y entre sus frailes, que, ni tiene casa ni la hace, ni se le da mucho por hacerla. Que no poca pena y desconsuelo es para todos sus prebendados y súbditos, y aun harto más para los vecinos, porque nunca ven a su obispo, si no es por maravilla; y esto es, de puro recogido, santo y bendito. Los religiosos deste pueblo, que son cua­ tro, y a veces tres, se sustentan del salario que arriba digo que les da su Majestad, que son cuatrocientos pesos en reales y doscientas fanegas de maíz, que, lo uno y lo otro, les libra su Majestad en los tributos deste pueblo, que poco más renta él. Tienen sus labran­zas de trigo, y ganados, cabras, puercos y cantidad de bueyes. Y,' ade más, las limosnas que los indios les dan, y ofrendas y misas hartas, que, como testigo de vista, lo digo. Demás desto, les dejó Juan de Alvarado, encomendero que fue deste pueblo, una capellanía que les renta. También tienen otra capellía, que les dejó un Mel­chor de Cárdenas y Magdalena de Ulloa, su mujer, que les renta cien pesos de oro común, perpetuos. Están enterrados en la misma iglesia deste convento, el uno y el otro. El Juan de Alvarado, en la capilla mayor, arrimada su sepultura a las gradas por donde suben al altar mayor, debajo de úna lámpara de plata que siempre arde delante del santísimo sacramento. Está medio a medio. Hay, en la capilla mayor, dos altares: uno, a la mano derecha, y otro, a la izquierda. La capilla que está a la izquierda, entiéndese estando el sacerdote en el altar mayor, vuelto el rostro hacia el pueblo. En esta capilla está un crucifijo muy devoto; a la derecha, en el otro altar, está una de las más devotas imágenes de nuestra Señora que hay en el mundo, a lo menos, a mis ojos, la más hermosa que yo he visto, pintada con muy lindos matices y dorados, y puesta en campo dorado todo, sinj otra pintura. Dicen que es trasunto de nuestra Señora de la Antigua, de Sevilla. Todas las veces que se dice misa en este altar, se saca un ánima del Purgatorio, por bula del sumo Pontífice. Delante deste altar, está enterrado el dichoobispoelectofray Diego de Chávez, y, encimadesusepul­ tura, está una losa de cantería parda que tiene ocho pies de largo y cinco de ancho, y, en ella, está un letrero, con los versos de latín siguientes: Quem tegat hoc gelidum Marmor dicam Accipe letor. VI tantum Valeas carmine noste virum. Conditur hic didacus claris natalibus ortus. Clarior at longe Religione fuit Ter denum Ac quintum post Vota expleuerat annum. Assiduo instituens indica corda fide. Fama Virí Ogeanum trnat Regiz Philipo. Quis fuerit didacus Verius insiuuat. Nec mora delegit Rex hunc cui mitra bicornis. Cesseris notum pasere cura gregem. Proh dolor Arripuit mors in vid multa parantem. Ast animun Niueum regna su perna beant Obijt feliciter Die mensis februari. Año. 1.5.7.3. Otra losa está encima de la sepultura de Juan de Alvarado, con un letrero que dice lo siguiente: En medio desta capilla mayor, yase enterrado El muy caballero Juan de Aluardo, hijo del comendor Garcia de Aluardo y de doña Beatriz de Corduoa, su lijítima muger, el qual fue en pacificar muncha parte desta tierra, y fue de los pri­ meros caualleros que uinieron a conquistarla, y fue señor deste pue­ blo, en el qual, quinze anñs antes de su muerte. Se rrecoxió a uida estrecha y continente. gastó los tributos, errentas y haziendas, en el edificio desta yglesia y monesterio, y enrriqueióla de munchos hornamentos y piesas de plata, y dexó comentado a edificar el hospital. Para el edificio y rrentas dél, dexó munclia parte de su hazienda y dexó dotadas, en este monesterio, cinco misas rezadas cada semana, para siempre. Por él y por los yndios deste pueblo, biuos y difuntos. Y, porque fue grande la deuoipón que siempre tuvo ai sanctísimo Sacramento, dejó que, todos los jueues, se le dixese una misa. Acostumbró, en su bida, la confisión y comunión Muy a menudo; fue limosnero y piadoso con todos los que, por el nombre de dios, le pedían alguna cosa; fue tanta Su vmildad, q pidió A los rrelisiosos deste conbento, antes de su muerte. Con grande instania, que le enterrasen junto a la puerta de la yglesia. Xamá consin­tió poner sus armas, ni blasón mundano, sino las de x, que traya en su corazón: Mandó pintarlas en los letreros de la yglesia. Reci­ bió, Con gran deuoión y agonía, los sacramentos, como bueno y fiel cristiano. Acabó sus días tan proablemente como vivio; fue traido, por su ruego, a morir en una telda de un relisioso. Murió con el ábito desta sagada rrelisión. Pasó, desta uida a la perpetua gloria, A dos días del mes de enero del año del nacimiento de nues­ tro Redentor y salbador jesus de mil e quinientos y inquenta y un años, Reynando el inbencible emperador Don Carlos, quinto deste nombre, y el muy alto y muy poderoso príncipe Don Philipe, su hijo; gobernando en esta nueva españa, prudentísimamente, su ilustrísimo visorrey Don Luis Velasco, presidente del audiencia Real de méxico. Ha, que se hizo este monasterio, cuarenta años, poco más o menos; de manera que se empezó a hacer en el año de mil y quinientos y cuarenta. Es uno de los más principales monasterios que hay en la provincia de Mechoacan, y más curioso. En una cosa ha sido extre­ mado, y lo es hoy en día, aunque se han muerto de la pestilencia los más, y es en la capilla de música, ansí de voces como de instru­ mentos: de chirimías, flautas, orlos, vihuelas de arco y trompe­ tas: todo muy amaestradamente, especialmente las chirimías, que son las mejores de la Nueva España, de indios; hay órganos. Y todo esto tocan indios en los días señalados de fiesta; es contento ver tocar toda esta música, con muchas danzas de muchachos vestidos de sus libreas al propósito; bailan a su modo, algunas, y otras, al modo español, que dan mucho contento. Es el más extremado este pueblo, en esto, de cuantos hay en toda la provincia de Mechoacan, y aun de toda la Nueva España. La iglesia es muy bien trazada. Tiene muy linda portada, con muy lindos pilares y molduras curiosas; tiene una torre, que sirve de campanario y reloj; tiene, delante de la portería, un muy bueno y bien trazado corredor, o danza de arcos de muy buena piedra. La maderazón de la iglesia es una de las más galanas y curiosas que hay en esta tierra, y yo he visto en España, de muy agraciadas pinturas y dorados y talla. Tiene, delante de la puerta de la iglesia, un gran­ de y cuadrado patio, que sirve de cementerio, cercado con dos cercas, como muro y antemuro, almenado. El antemuro, digamos, cae a la parte del patio: es bajo, de una vara de alto, y, encima, sus almenas. Habrá, del muro al antemuro, treinta pies de ancho, que es por donde andan las procesiones los días de fiesta principales. Este patio tiene tres puertas, una de las cuales, que es la frontera de la puerta principal de la iglesia, tiene por delante la plaza principal deste pueblo, que es muy grande y cuadrada, y, en ella, una fuente ocha­ vada con su pila en medio, por donde corren seis caños de agua muy dulce. Tráese esta agua de tres cuartos de legua deste pueblo, por una acequia de encima de la tierra, descubierta hasta entrar en el pueblo, y por el propio pueblo hasta llegar cerca de la plaza en donde está la fuente, y, allí, se encaña hasta la pila.
Raw 37: Hospitals, Colleges
Hay en este pueblo un hospital grande y bien trazado, y de muy fuertes edificios de calicanto con muchas piezas. Tiene, para los enfermos, una sala alta que se sube por de sí seis escalones, todos de cantería de la dicha, y lo mismo las portadas y ventanas. Caben en esta sala cincuenta enfermos. Tiene tres patios: el uno, que es el principal (que es primero), que es como azaguán o recibimiento; deste, damos luego en otro más grande, con muchos naranjos, sobre el cual caen los cuartos de la enfermería, que es la sala dicha; hay otro para servicio, donde tienen también algunas cosas sembradas de verduras, y, en él, caen las despensas y aposentos de los oficiales del dicho hospital, enfermeros y mayordomo. Hay, en este patio, corredores altos y bajos, donde había telares de sayal y de jerga, todo para el hospital, o para quien los religiosos querían como lo es todo y está a su voluntad. Este hospital hizo Juan de Alvarado, encomendero deste pueblo (ya lo hemos nombrado algunas veces), y lo dotó. De su hacienda, dejóle, para que se curasen los enfermos, bastante renta. Si la goza el hospital, o no, o si se gasta con los enfermos, bien lo sé yo; pero no lo digo, porque no me lo pregunta el capítulo y no digan que salgo fuera de la historia. Lo que sé decir es que a este hospital, ni a ninguno de la provincia, ni los visita la justicia eclesiástica ni la seglar; porque, algunos, tienen renta y haciendas y aprovecha mientos, y no sería malo saber cómo se gasta el dinero de la renta, y si no lo vuelven, y cuántos indios se han muerto de hambre en esta pestilencia, y por falta de cura, que, si no tocara en los propios del hospital, estuvieran hoy vivos. Bien sé yo esto, como testigo de vista, y he hecho la experiencia dello y se ha visto claro.
Raw 38: Seafaring
No hay que decir en este capítulo, por no ser puerto de mar, ni aun estar cerca della; porque, de cualquiera de las dos mares, Sur o Norte, está a más de ochenta leguas. Tampoco hay que decir en todos los demás.
Raw 50: Relacion Details
Lo dicho es cierto y verdadero, según lo certifican estos natu­ rales, los cuales, todos los que en esta junta se hallaron, fuera del alcalde don Juan de Villegas, pasan de ochenta y de noventa años, según lo certifican por su cuenta; porque cuando el Marqués del Valle entró a conquistar esta tierra, los que aquí van declarados tenían mujeres y habían sacrificado harta de su sangre al Diablo, y así lo dicen y confiesan con harta confusión y tristeza. Los nombres de los cuales, son los siguientes a la vuelta desta plana: Cristóbal Tzlna, Antón Aguacho, Antón Querenda, Juan Matziqua, y don Cristóbal Cuini y Luis Curiste, don Juan de V illegas, alcalde, y Esteban Guama. Pedro de Montes de Oca (rúbrica). Don Juan de Villegas, alcalde (rúbrica). Luis Curisti. Antón Avachu, intérprete. Sebastián de Alvarado (rúbrica). Los antiguos no firman, porque no saben escribir.
Notes
Fray Guillermo de Santa María and Pedro de Montes de Oca coauthored this Relacion.